Todos los alimentos o bebidas que siendo aptos para el consumo humano, terminan por no ser consumidos forman parte del despilfarro alimentario.
Con lo que se desperdicia o pierde de la producción mundial podrían alimentarse 2.000 millones de personas. Además de la cuestión ética esto plantea un gran impacto medioambiental, por la gran cantidad de recursos finitos (agua, tierra, recursos marinos), que son utilizados y no son consumidos.
Si se reducen los alimentos desperdiciados a un 15% en los próximos 40 años, la necesidad de aumentar la producción mundial de alimentos se reduciría del 60% a un 25% lo que contribuiría a combatir la inseguridad alimentaria y aliviaría significativamente la presión sobre el medio ambiente.
La División de Restauración Colectiva de Ucalsa tiene como objetivo minimizar al máximo el desperdicio alimentario.
Se trata de romper el paradigma de la economía lineal de comprar, usar y tirar, para cambiarlo por el de la economía circular: reducir, reutilizar, reciclar y revalorizar.
Además de estas medidas hemos firmado una colaboración con la Asociación Reefood España para que rescate el excedente alimentario de algunos de nuestros centros y lo redistribuya entre personas en situación de vulnerabilidad.
EL MEJOR RESIDUO ES EL QUE NO SE PRODUCE